jueves, 16 de febrero de 2012

La Europa del siglo XVIII (1815-1914)

Díaz Robles Maritza

17/Febrero/2012

La Europa del siglo XVIII

En el siglo XVIII, en Inglaterra surgió y se desarrolló la Revolución Industrial. El invento de la máquina de vapor y su aplicación en la industria produjo grandes cambios en el mundo del trabajo, el comercio y la vida cotidiana. Mientras tanto, las colonias británicas de América del Norte se rebelaron contra el dominio británico y alcanzaron la independencia en 1776.

La Revolución Industrial creó las condiciones para que la producción de mercancías se incrementara de modo extraordinario. En la segunda mitad del siglo XIX, las industrias europea y estadounidense alcanzaron un alto nivel de desarrollo, sobre todo en la producción de petróleo, electricidad, acero, medios de comunicación y de transporte.

En ese periodo de despegue industrial y expansión comercial, las potencias industrializadas se lanzaron a la búsqueda de mercados, así como de materias primas para su industria. La conquista de nuevos territorios, el control de la economía y de las rutas comerciales se intensificaron. La lucha entre las potencias capitalistas se trasladó del continente europeo a los territorios de Oceanía, África y Asia.

“Entre 1815 y 1914 fue una era de progreso”[1], comenzó un periodo de prosperidad en Europa y Estados Unidos de América. La producción de alimentos aumentó -debido al uso de maquinaria-, y en consecuencia, aumentó el número de población.

“En Europa, la exportación de ideas y de técnicas, de capital y de población, ejerció una influencia continua y creciente a lo largo del siglo XIX. La gran inversión del capital europeo contribuyó a explotar los recursos de otros continentes y convirtió a Europa, en un sentido, en el ‘banquero del mundo’, mientras que la competencia de las potencias europeas para obtener concesiones y territorios en África y en Asia se intensificó”.[2]

Como consecuencia de la expansión de la industria surgió la clase obrera. Los trabajadores de las fábricas se organizaron para enfrentar las difíciles condiciones laborales y defender sus derechos. En los campos de la educación y la cultura, los hijos de los obreros tuvieron acceso a la educación elemental. Cabe mencionar que los obreros utilizaron como arma de lucha las huelgas y sindicatos, pero fueron prohibidas por el gobierno.

Asimismo, se dio el surgimiento del socialismo utópico, porque la explotación y miseria de los obreros, campesinos y artesanos hicieron una crítica hacia el capitalismo, expusieron sus males y pedían vivir en una sociedad ‘más justa’, sin miseria ni pobreza y, en consecuencia, sin explotadores y explotados. La industrialización y las luchas obreras no sólo propiciaron el origen de socialismo utópico, sino también al socialismo científico donde se buscaba una liberación de la clase trabajadora.

Por otro lado, en Francia, estalló la revolución que puso fin al antiguo régimen; el movimiento revolucionario se prolongó hasta el fin del siglo, cuando Napoleón tomó el mando de la revolución y pretendió extender su influencia en todo el continente europeo. De este modo, el siglo XVIII estuvo marcado por el comienzo de la industrialización y los procesos revolucionarios que transformaron la vida política de Europa y América del Norte.

“Hacia 1880, Inglaterra era la primera potencia comercial del mundo, pero a principios del siglo XX su poderío marítimo empezó a disminuir gradualmente. En cambio, en esos años la producción y las exportaciones de Estados Unidos de América y Alemania se incrementaban de manera constante”.[3]

En el siglo XIX, las investigaciones con fines científicos, el descubrimiento de nuevas ramas del conocimiento y, una vez más, la expansión de la industria, promovieron que se diera paso a grandes transformaciones tanto en la educación como en la publicación y difusión de libros y periódicos, el arte y la ciencia. “En el examen de su literatura y de su arte nos muestra cuán poco influyeron en el pensamiento y en la cultura de la época las nacientes energías de la era industria.”

Los primeros sistemas educativos iniciaron a mitad del siglo XIX en Europa y EUA, promovieron una instrucción pública donde la responsabilidad radicaba en el Estado y no en las iglesias. “En la década de 1880, en Francia se promulgaron leyes que establecieron la educación laica, así como la asistencia obligatoria en Inglaterra para niños de 6 y 13 años, mientras que en Alemania se promulgó una ley que reconoció el derecho de los religiosos para fundar escuelas”.[4]

Por otro lado, los avances de la imprenta tuvieron como resultado la popularización de la lectura y la extensión del periódico. De hecho, el primer periódico en Londres fue el The Daily Courant publicado en 1702. Las personas que podían tener acceso al periódico y a la lectura en general, eran miembros de la iglesia, sabios, investigadores y personas adineradas.

En el ámbito del arte y tras el estallido de la Revolución Francesa, floreció el romanticismo -primera mitad del siglo XIX en Alemania-, una corriente artística que promovía la libertad, el sentimiento y la imaginación antes que la razón, el arte no debía seguir reglas sino lo esencial era describir a la realidad tal y como era percibida. En la música, lo que era digno de escucharse era la sinfonía, la opera y los conciertos de piano.

En la literatura, a los escritores no les preocupaba un mundo interno o sus sentimientos, sólo les importaba observar y describir la realidad marcada por el proceso de industrialización. “El género más cultivado por esos escritores fue la novela. Entre los representantes del realismo destacan Honoré Balzac, Henri Beyle y Gustave Flaubert, Charles Dickens, Fédor Dostoiewski, Antón Chéjov t León Tolstoi”[5]. Por último, En los grandes cambios científicos sobresalieron Luis Pasteur en Medicina, Chales Darwin en la explicación de la evolución, Gregor Mendel en la Genética.

A finales del siglo XIX, las nuevas potencias industrializadas aspiraban a conquistar territorios para obtener de ellos materias primas. Pero el mundo ya estaba repartido, sobre todo en Gran Bretaña y Francia, por lo que las potencias: Alemania, Italia, Imperio austro-hungaro (Triple Alianza), Francia, Rusia, Gran Bretaña (Triple Entente) peleaban por un nuevo reparto de los territorios coloniales.

Mientras tanto, en los imperios ruso y chino, la agudización de sus problemas sociales, influyeron en el estallido de revoluciones populares. El gobierno imperial de China se derrumbó y fue sustituido por un régimen republicano, en el imperio ruso nació el primer Estado socialista.

A los países de la Triple Alianza los unía el interés por lograr un nuevo repartir de los territorios coloniales, mientras que los de la Triple Entente buscaban consolidar sus posesiones marítimas. Se dice que la Primera Guerra Mundial se dio poque “El archiduque Francisco Fernando (1863-1919), sobrino del emperador Francisco José (1848-1916) era el heredero del trono de Austria-Hungría. En 1908, a este imperio se anexó Bosnia y Herzegovina, que Serbia reclamaba como propios. El 28 de junio de 1924, un nacionalista serbio asesinó a Francisco Fernando en Sarajevo, capital de Bosnia”.[6]

Por lo tanto, los conflictos entre potencias, acumulados desde varios años, terminaron en un enfrentamiento militar: Austria-Hungría le declaró la guerra a Serbia y, días después, Rusia, Alemania, Francia y Gran Bretaña intervendrían en la guerra. “Se había producido la crisis para la que no podría improvisarse una solución pacífica”.[7]

Bibliografía:

· Bruun, Geoffrey (1964) La Europa del siglo XIX (1815-1914), México, FCE, 250p.

· Nieto López J. de Jesús, et. al. (2003) Historia 3, México, Santillana, 264p.



[1] Bruun, Geoffrey (1964) La Europa del siglo XIX (1815-1914), México, FCE, pp.9

[2] Bruun, Geoffrey Op. cit., pp.13

[3] Nieto López J. de Jesús, et. al. (2003) Historia 3, México, Santillana, pp. 118

[4] Nieto López J. de Jesús, et. al. Op. cit., pp. 129

[5] Nieto López J. de Jesús, et. al. Op. cit., pp.133

[6] Nieto López J. de Jesús, et. al. Op. cit., pp. 146

[7] Bruun, Geoffrey Op. cit., pp. 238

No hay comentarios:

Publicar un comentario