domingo, 11 de marzo de 2012

Europa: la secularización del mundo. Roldán Ayala Jael Sarahí

Introducción: Primeramente al leer y elaborar un trabajo que habla de la historia de Europa desde el siglo XVIII hasta el siglo XX, hace que surjan cuestiones tan importantes como: ¿por qué estudiar a Europa? y ¿por qué a lo largo de esos años? La respuesta se halla cuando se logra entender que la historia de Europa es la historia de buena parte del mundo desde sus orígenes, sí, la historia de Europa ha marcado desde miles de años atrás el desarrollo de la vida del planeta. De esta manera, Europa más allá de representar una zona geográfica, es un término histórico y geopolítico que le confieren un papel y una situación original. Tal como señala el geógrafo e historiador francés Yves Lacoste: “Europa es una de las representaciones geopolíticas más ricas. Durante siglos dueña del mundo” . Hoy, en el año actual 2012, soy una estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la carrera de Ciencias de la comunicación. Y aquí surge algo importante, pocas veces se recuerda en qué momento a las mujeres se les permite ingresar a las universidades y sobre todo, a partir de qué, emerge una de las palabras que da nombre a mi carrera: “ciencia”. A diario en la carrera de Ciencias de la Comunicación se pide estar informado de los acontecimientos del mundo y, cuando leo el periódico, encuentro fotografías de guerras e inmediatamente me asalta la inquietud de saber cuál fue la primera guerra fotografiada. O aún más importante, me interesa saber qué fue lo que llevó al hombre a estudiar la vida (la materia prima de las ciencias sociales) haciendo uso de su razón. Sin duda estas son algunas de las preguntas que me hago e ignoro que sí hay una respuesta, ¿en dónde?, en la historia de Europa de los siglos XVIII al XX debido a que a lo largo de estas épocas, es cuando se originan muchos de los acontecimientos políticos, sociales, económicos y culturales de la actualidad. El siglo XVIII de Europa fue una época de constantes guerras en la que se cuestionan las explicaciones de causalidad divina. Se abre la posibilidad a la creación de un Nuevo Mundo donde se promueve que los seres humanos sean iguales entre sí. Se construye la Enciclopedia. Se dice que el mundo no es estático. Por otro lado, el siglo XIX fue el siglo de las revoluciones. Un siglo en el que se termina de consolidar el término “ciencia”. Es la época en la que se fotografía por primera vez una guerra. Es un período de liberalismo donde emerge la industria, la banca, el comercio y con ello los grandes capitales. Y, en el siglo XX, aparecen grandes cuestiones: dos Guerras Mundiales, la aparición del cine mudo y el surgimiento de los grandes trajes de la prensa, por ejemplo, la fotografía, la radio, el telégrafo, el teléfono, entre otros. Conclusiones De esta forma después el siglo XX surgen procesos de globalización: se da un comercio global, el inglés se convierte en el idioma dominante, aparecen los derechos humanos, se propicia la lucha por los derechos de la mujer y a pesar de todo ello, por paradójico que parezca, se da fin a la idea de estado-bienestar, de la igualdad buscada desde el siglo XVIII y XIX que se dio cuando se dejó de lado la explicación divina y se sustituyó por la razón y la ciencia. En el siglo XX se acaba con la idea de la igualdad porque aparece el desempleo y empiezan a haber más ricos y más pobres. Así es como se origina y cambia la Historia de un mundo actual, de un mundo que nos alcanza y que como científicos sociales estudiamos. El ser humano cambia y por ende lo hace su entorno. Por eso, es que el objeto de estudio de un científico social está en movimiento, no es lineal. Tal como lo señala el libro Filosofía de las ciencias humanas y sociales bajo el pensamiento del filósofo alemán Wilhelm Dilthey “las situaciones en la sociedad nos son comprensibles desde dentro (...) La naturaleza es muda para nosotros”. Finalmente se puede concluir que hablar de la Historia de Europa, es hablar de la secularización del mundo, es decir, significa hablar del período en que la humanidad deja de lado la causalidad divina y comienza a hacer uso de su razón y como consecuencia, en busca de esa igualdad y bienestar social, se termina cayendo al mismo error del siglo XVIII: la marcada jerarquización de clases (más ricos y más pobres).

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